Ya han pasado algunos meses desde aquel 13 de marzo de 2020 cuando tuve que despedirme de mi querido alumnado y tomar decisiones duras, tras una reunión exprés, en mi amada Hermandad. Los primeros días fueron de incertidumbre, incredulidad e incluso de estrés. Nos pusimos las pilas para cargar de energía positiva la situación que provocaba el COVID – 19.
Eran momentos donde los sentimientos bombeaban cada acción que se llevaba a cabo. A nuestr@s niñ@s y jóvenes para que pudiesen disponer de todo lo necesario para continuar con su enseñanza – aprendizaje desde sus casas. Mucho esfuerzo, trabajo, cariño y muchas lágrimas. Sentimientos que incluso estaban por encima del valor del trabajo diario, y sino que se lo pregunten a Sanitarios, Camioneros, Expendedores, Aseo Urbano, Fuerzas del Orden, Periodistas y un sinfín de profesionales que pusieron sus sentimientos y el valor de lo humano por encima del grandísimo esfuerzo que realizaron e incluso su propia vida.
La respuesta fue maravillosa, desde l@s más pequeñ@s con su responsabilidad, sus familias con su ayuda y respeto y tod@s l@s profesionales a l@s que aplaudimos todas las tardes (especialmente sanitari@s). Nos surgieron las dudas, ¿Cuánto duraría esta situación?, ¿Soportaremos el confinamiento en casa?, ¿Habría Semana Santa?…
Pero en unos primeros momentos parecía que valía más lo personal, lo propio, lo cercano, aquello por lo que había trabajado tanto tiempo y sin embargo no nos dábamos cuenta de las necesidades, las precariedades, los fallecimientos, las pérdidas de trabajo, las ruinas… Ante la realidad apareció de nuevo el sentimiento, el amor a los demás, el espíritu humano, la Fe y volvimos a cargar las pilas. Surgió la energía de Dios para ponernos en el camino de la ayuda, la solidaridad, el esfuerzo, la comprensión y el apoyo afectivo.
Hermandades, asociaciones, colectivos, colegios y una gran marea de amor a los demás se puso en funcionamiento en el verdadero significado de dar lo que tengo y no lo que me sobra. Con publicidad y sin ella, con foto o sin foto, de forma anónima o registrada. Es lo que menos importa pues fue una realidad en mayúsculas. Ahora, pasado el tiempo, me entristece que toda esa realidad se convierta en ficción y, un@s por la edad, otr@s por la falta de responsabilidad y much@s por la pérdida del Sentimiento, se retroceda y no nos haya servido más que de una situación puntual ya pasada.
No perdamos esta oportunidad de mantener la Realidad y de seguir valorando, trabajando y disfrutando del valor del otro. No importa la edad ya que podemos divertirnos, disfrutar y vivir siendo responsables, pensando en l@s demás, respetando el entorno, nuestra diversidad de ideas, de creencias, de afinidades…
Cristo me enseñó y me sigue enseñando cada día que vivir en la burbuja personal no es el camino a la felicidad. Soy feliz si mi alrededor, mi familia, mis amistades, mis colegas, mis compañer@s de trabajo… también lo son.